martes, 10 de junio de 2014

El poder y la violencia en Don Álvaro o la fuerza del sino y Bodas de Sangre.

En la obra dramática de Don Álvaro o la fuerza del sino, cuyo autor es Duque de Rivas, aparece el tema del poder, en varios sentidos. En primer lugar, aparece el poder patriarcal encarnado en el personaje del Marqués de Calatrava, padre de Leonor, el cual, ejerce el poder paternal, por ejemplo, al negarse que su hija se case con Don Álvaro, y en segundo lugar, aparece el poder más importante, que es el poder del destino trágico e inevitable de los personajes, que se incluye también en el título de la obra. Este destino viene marcado principalmente por la venganza. Esta venganza la ejerce los hijos del Marqués de Calatrava para limpiar el honor de su familia, ya que Don Álvaro mató (accidentalmente a su padre), y a partir de esta búsqueda del honor, aparece el tema de la violencia, la cual se manifiesta principalmente en la jornada V.
D. ALFONSO. Pues no perdamos más tiempo,
y que las espadas hablen.

D. ÁLVARO. Vamos: mas antes es fuerza
que un gran secreto os declare,
pues que de uno de nosotros
es la muerte irrevocable:
y si yo caigo es forzoso
que sepáis en este trance
a quién habéis dado muerte,
que puede ser importante.

Junto a esta violencia, aparece también el satanismo:
D. ÁLVARO. (Volviendo al furor).
¿Eres monstruo del infierno,
prodigio de atrocidades?

DON ÁLVARO. (Aterrado.) ¡No, yo no soy más que un réprobo, presa
infeliz del demonio! Mis palabras sacrílegas

aumentarían vuestra condenación.

En la obra trágica de Federico García Lorca, Bodas de sangre, también aparecen estos dos temas. En esta obra, el poder lo ejerce la Madre del novio, es decir, es un poder matriarcal, ya que ella es la que habla por él cuando va a pedirle la mano al padre de la Novia, para su hijo. Además del poder matriarcal, aparece el poder de la simbología, como el cuchillo, la luna o el caballo, entre otros, los cuales, atrae la violencia que es engendrada por la traición, la venganza y sobretodo por la pasión. Dicha pasión es la que marca la tragedia con el duelo entre Leonardo y el Novio.

Mendiga: 
Flores rotas los ojos, y sus dientes 
dos puñados de nieve endurecida. 
Los dos cayeron, y la novia vuelve 
teñida en sangre falda y cabellera. 
Cubiertos con dos mantas ellos vienen 
sobre los hombros de los mozos altos. 
Así fue; nada más. Era lo justo. 
Sobre la flor del oro, sucia arena. 

Se podría decir, que el destino también ejerce un poder en esta obra, ya que aparece reflejado constantemente en sus páginas, a través de las palabras, de la Madre, la Suegra o de los símbolos.

Suegra: 
Nana, niño, nana 
del caballo grande 
que no quiso el agua. 
El agua era negra 
dentro de las ramas. 
Cuando llega el puente 
se detiene y canta. 
¿Quién dirá, mi niño, 
lo que tiene el agua 
con su larga cola 
por su verde sala?

Mujer: Eso dije. Pero el caballo estaba reventando de sudor

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